martes, 5 de agosto de 2008

Está pasando...

La peña se harta de tener que competir con el chulito de barrio, con el gracioso de la oficina o con el machito ibérico... La peña se harta de verse obligada a repetir los malditos mismos esquemas que ya vio en sus padres, y la peña también se harta de ver como a estas alturas el sexo se sigue usando como un método de autocastigo, busqueda de degradación o simplemente como método de chantaje.

¿Y entonces qué pasa? Pues que la peña se lía la manta a la cabeza y decide aprovechar las maravillas de la globalización y la era digital... Mmmmmmm, por qué me voy a conformar con una española rechoncha, sin ningún tipo de curiosidad cultural, con un mucho bastante de falta de autoestima, sin ningún tipo de hábito deportivo y parcialmente desequilibrada????????? Por qué yo me voy a tener que comer ese marrón, cuando soy un tipo culto, educado, con un sueldo estable, una casa propia, estudios y al fin y al cabo un buen tío que sólo quiere vivir féliz???????? WTF!!!!!!!

Gracias a las maravillas de la globalización, la gente ha decidido que se acabó batallar con la mujer ibérica y ha abrazado con alegría, y algo más que alegría, a nuestras necesitadas amigas del este... Bellas, deportistas y cultas. Jaque mate!!!

Y es que si te van a putear... Pues mejor que te putee una jovencita del este de Europa con pinta de modelo... ¿No?

Qué revolución social más adecuada... Lo que no es suficientemente bueno para una rechoncha neurótica sin aspiraciones, sí lo es para una diosa rubia venida del frío.

Y así las cosas, que van como van por culpa de tanta tontería tonta.

Dejemos pues a la mujer española con el hombre español:

"pero, por otra parte, el hombre español suele ser la pareja que conviene al espécimen femenino descrito: gárrulo, más apasionado (en el peor sentido de la palabra) que reflexivo, chillón, bravucón y jactancioso, inmaduro hasta que la edad lo convierte en directamente pocho, fanático hasta la estupidez del fútbol, en torno al cual hace girar todo el universo, ignorante y con una paupérrima conversación en cuanto se le saca de la manada que suele reírle sus previsibles retruécanos, algo guarro y tirando a hortera, de mal beber y un verdadero cerdo en la mesa, sin ninguna delicadeza en el trato y con una falta de imaginación en lo amoroso que le hace ser, bien cursi o bien rudo.

Y es que los repugnantes genes sociales de la española los comparte con su media naranja. Casi siempre. Desde luego, como sociedad no tenemos precio."

Escrito por Pangloss el 28 de Mayo de 2006 a las 2:02 PM (sacado de un link que dejé por ahí hace un mes y que sigo leyendo de vez en cuando, por la gracia que me hace y por lo asquerosamente acertados que son los comentarios)

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