De sentir lento y otras cosas.

Soy de sentir lento, ya lo he dicho alguna vez. Las cosas, en el mejor de los casos, me tardan en llegar, si es que no las sublimo directamente y me lleno de granos.

Jugar a racionalizarlo todo, hacer que mi interlocutor vea la máscara que hay detrás de la máscara, para estar preparado y quitar la siguiente máscara. Ese es mi juego.

Desprendo cierta energía positiva a mi alrededor, soy consciente de ello, es algo útil en mis relaciones sociales. Cierta afabilidad, cierto el mundo es mío porque no le tengo miedo. Si pudiese completar esa energía con un caracter seguro, todo sería aún más fácil para mi de lo que ya es.

Ronco cuando duermo, me preocupa, nos pasamos una cuarta parte del día durmiendo y yo no soy una persona cómoda para dormir a mi lado. Mi paladar no está suficientemente musculado y mis vías nasales suelen estar obturadas. Ronco cuando duermo.

Soy besucón por naturaleza, me la trae al pairo las convenciones sociales y la masculinidad distante de anuncio de colonia. Soy besucón y me encanta tocar, y acariciar y besar. Intento no serlo tanto, en serio, cuando se tiene mucho de algo no se valora, intento no excederme con esto.

Si me aburro estás perdido, si en algún momento me empiezo a aburrir no puedo pararlo, me aburro y punto. Me aburre la gente que siempre piensa que tiene razón, me aburre la gente que cuenta anécdotas que no vienen al caso, me aburre la gente que se pone a enseñarte cosas sin que tú no les preguntes, me aburre la gente que no habla de ciertas cosas porque les parecen demasiado transcendentales, me aburren las verdades absolutas y las soluciones de compromiso, me aburre hacer siempre lo mismo y pensar que no hay más opciones.

Soy de sentir lento, y es probable que a estas alturas esté enamorado hasta el cuello y aún no me haya dado cuenta.