domingo, 27 de julio de 2008

Hace una semana...

A estas horas estaba hablando con la modista en el chalet de ella, mientras que ella veía las motos en la tele con su cuñado y un amigo. El fin de semana había sido un poco el de siempre, toda mi buena voluntad tirada a la basura por su actitud distante-despota. Y aún así hubiese seguido mil años más de relación, y ella cada vez habría actuado de una forma más despreciable conmigo.

Pero al otro día se terminó... Y yo me he tirado todo estte fin de semana con vuelcos en el corazón cada vez que sonaba el móvil con alguna llamada o un mensaje (gente de movistar, por favor, infórmense de la situación personal de cada uno antes de hacer una campaña, gracias).

Es un asco, un asco ver como ella cada vez se ha ido entregando menos (tanto sentimentalmente como sexualmente), como parecía pedirme algo que ni sabía lo que era. Se me mueren las relaciones, con mi anterior pareja pasó algo parecido, yo mantengo la ilusión y ellas cada vez son más mustias... Como si tuviesen que contrarrestar mi alegría o yo que sé. Y ni ellas lo saben, sólo actúan así, de pronto me ven como un colgajo, una especie de estorbo, saben que me estoy entregando a ellas, que pueden contar conmigo y eso las hace aburrirse... Está bien, ese es el fallo. De todas maneras da igual. Hablé con la modista horas y horas, y ella al otro día directamente cortó.

Después de toda la mierda, más mierda y después más mierda. Y finalmente un gran mojón. Pero hoy me hubiese gustado abrazarla, darla un beso y desearla las buenas noches.

1 comentario:

cosima dijo...

Muchacho, esto hay que superarlo! Uno puede estar tocado pero nunca hundido.

Ante desenlaces dramáticos semejantes, yo echo mano de la música. Te aseguro que bien seleccionada puede resultar un recurso infalible y sencillo.
Comienzo escuchando Nostalgias de Andrés Calamaro... Ya se sabe, el primer paso para superar un problema es reconocerlo. Y sí, cuando a uno le pasan estas cosas nos sentimos jodidamente abandonados, reducidos a una auténtica mierda pinchada en un palo. Pero hay que intentar mantener la calma. Encontrarse totalmente vacío pensando que ya no nos queda nada, es natural... Shuarma y el resto de Elefantes aseguran que, cuando es así, a ellos les Falta hasta el aliento.
Pese a esto, no conviene regocijarse en exceso en la desolación propia. No solo porque es perder el tiempo, además uno se arriesga a espantar la poca cordura que aún conserve. Sé a quién le pasó.... Joao Afonso no tiene reparo en admitirlo y lo canta a los cuatro vientos en Fiquei Louco. Oir la canción, la verdad, acojona... menuda penita acabar así... Aún así, a veces, me resisto a aceptar la situación y es cuando tengo que echar mano del Por qué te vas? de Jannet. Realmente pongo siempre la versión de Javier Álvarez, ya que la cándida y virginal voz de la muchacha dudo que contribuyese mucho a la causa.
Así es cómo consigo superar estos primeros momentos de incredulidad para pasar a una larga fase de duelo y luto. Aquí lo importante es ir recuperando la fuerza y confianza perdida. Para ello, recurro al vozarrón divertido de Amparanoia en Qué te den por ahí!. No falla, es una auténtica dosis de autoestima inyectada directamente en vena. Además sé que si la acompaño de unos cuantos botes de esos que hacen a la vecina de abajo acordarse de toda mi familia -aunque no tenga el placer de conocerla-, están garantizadas las risas que me harán sentir un poco más animada. Y es entonces cuando dejo atrás la conciencia y los escrúpulos para comenzar a tener pensamientos malos, malísimos...
Primero me otorgo el derecho de ejercer de juez de la causa y acusarlo como único responsable de la catástrofe. Así es la ley, amigo: si te dejan hay que buscar un culpable y ese, sin excepción, será siempre el otro. Ojo que ésto parezca sencillo pero no lo es tanto.... conviene hacerlo con exquisita sutileza y sin caer en victimismo excesivo. Esta buen como lo hace Antonio Vega en Mírame a los ojos. Menuda elegancia el tío...
A partir de aquí, y ya puestos, si hay que odiar, también se odia. Y resulta fácil si se siguen las Instrucciones para salvar el odio eternamente que ofrece Ismael Serrano.
Dedicarle algún malévolo improperio tampoco viene mal. Lo hace muy a menudo Javier Krahe y es perro viejo... por algo será! Escuchar “Vecindario” es buena idea para tomar un modelo.
Imprescindible también es escuchar Devólva-me de Adriana Calcanhoto, para no olvidar pedirle todas las cosas de uno que aún tenga en su casa. Y todas, significa toooodas... incluido ese libro prestado tantos meses atrás que ya es imposible no perder la cuenta. No hay excusa y si que si tiene que dar la vuelta a toda su madriguera para encontrarlo, que lo haga!.
Me imagino que ya se intuye que una vez entrada en la dinámica se acaba cogiendo tal carrerilla que cuesta un mundo para. Pese a todo, siempre hay un límite. Francamente, me parece un exceso brindarle un final tan cruel como el que sentencia Nacho Vegas en Por culpa de la humedad. Aun no me aclaro bien cómo pudo ser, pero el caso es que la tía se lo acaba cargando con un cenicero... (tampoco le demos más vueltas, es Nacho). Lo mismo pienso de Alaska y su Pegamoides en el Cómo me pudiste hacer esto a mí?. La estrategia resultó impecable pero por muy largos que fuesen los cuernos me parece otro exceso.
Oyendo todas estas canciones uno ya se debe sentir, al menos, metro y medio más crecida y ya se puede, con Manu Chao, dar La Despedida que le lleve a uno a otra cosa, mariposa... que siempre quedan más peces en el mar! .
Bueno, y ya para nota es el ejemplo de Enrique Búnbury en su ...Y al final, toda una demostración de valores y madurez. Aceptar la derrota y desearle suertecilla a quién nos tiró en la cuneta, solo es apto para los más grandes. (La mujer que inspiró esa canción, si el día que la escuchó no se cortó las venas llevada por el arrepentimiento de haber dejado semejante hombre, imagino que al menos aún estará tirándose de los pelos.)

Si no aborreces este tipo de música puedes darte una vuelta por el Ares y probar si te funciona. Si creas una carpeta para ellas, cuida los detalles (qué también ayudan!) y búscale un nombre potente para la ocasión (A tú salud! le puse yo a la mía).

Ánimo!!!